Una gran familia.

Empecé a ser parte del Grupo Gracias en Marzo de 2022. 

En la primera reunión de trabajo con Leticia Romero, contándome todo lo que hacen y todo lo que hay que hacer, más los objetivos de este año y toda la vulnerabilidad de derechos que se vive en el país donde habito, salió la posibilidad de ir a la Provincia de Chaco a construir una cisterna. Mis ojos no pudieron contener la emoción que pasaba por mi cuerpo. 

A los pocos meses (dos para ser exactos) ya teníamos fecha y pasajes para hacer este viaje tan deseado. Como futura trabajadora social esta oportunidad era una experiencia única que me daría la posibilidad de ver una realidad distinta a la que vivo actualmente. Una realidad donde las personas tienen que caminar kilómetros para obtener agua, mientras que yo tengo la posibilidad de elegir entre agua fría o caliente en una milésima de segundo. 

Aquel 17 de mayo de 2022, llegamos a la oficina de la Asociación Civil Monte Adentro, organización aliada para realizar proyectos, en Tres Isletas. 

Allí nos recibió Marisa, coordinadora del paraje “quemado chico” donde se construiría la nueva cisterna. Dejamos los bolsos, calentamos agua para el mate, y salimos para la casa de la familia de María

María, jefa de hogar, nos recibió con una sonrisa enorme que la mantuvo durante cada minuto que hablábamos con ella. Nos mostró su terreno y el pozo que habían hecho para instalar la cisterna. Esta es una de las pautas de la construcción, donde la familia cava el pozo de la cisterna y un miembro debe trabajar en la construcción junto a los profesionales locales contratados. Creo que esto es un punto a resaltar ya que en este momento se ve la responsabilidad de la familia y el incentivo al trabajo. La construcción de esta cisterna se llevó a cabo por cuatro días. 

Durante nuestra estadía en la localidad visitamos a otras 13 familias

El primer día fuimos a dos casas de ese mismo paraje, ya con sus cisternas funcionando. Primero pasamos por la casa de Graciela, quién con mucha timidez nos recibió amablemente, y luego por la de Olga que vive junto a sus 5 hijos menores de 8 años. Las cisternas estaban sumamente cuidadas. Graciela había instalado una reja que cubría el perímetro con la intención de protegerla ante los animales que podrían treparla, y una bomba para que el agua subiera. El cuidado qué vimos en ambas cisternas es proporcional a la necesidad y gratitud del agua potable. ¿Cuántas veces dejamos una canilla gotear por “fiaca” de ajustar una tuerca? Acá cada gota vale lo mismo que el oro. 

Otro de los propósitos del viaje fue conocer la vida y necesidades de distintas familias para la construcción de futuras cisternas. Así pues, en el segundo día, viajamos a los Parajes “Cabañaró” y “Lalelay” junto a Naty, coordinadora de ambos. Anteriormente habíamos planteado una serie de preguntas fundamentales para conocer en profundidad a estas familias. 

El itinerario consistía en visitar tres familias en cada paraje. Y así fue. Paramos en Cabañaró y luego en Lalelay. Lo que vivimos en esas casas es de lo que todos hablan pero no se imaginan. Hacinamiento, violencia, discriminación, pobreza, falta de salud e higiene, y la lista de derechos vulnerados podría seguir eternamente. Pero aunque su situación era devastadora, el servicio al otro siempre estaba. Quién tiene huerta, le regala verduras a sus vecinos. Quién tiene pozo con agua, deja que 10 familias lo utilicen. Todo esto sin pedir nada a cambio. 

Finalmente volvimos al Paraje Quemado Chico, a la construcción de la cisterna, y nos quedamos un buen rato hablando y tomando mates con los trabajadores. Con la instalación de las placas de hormigón para obtener más capacidad de agua, la obra estaba casi terminada

El tercer día fue destinado únicamente para visitar a las familias del Paraje “La Peligrosa”. Desde el 2019, la Fundación Gracias realizó la construcción de cinco cisternas para brindar agua segura a más personas. Llegué a la primera casa con la sospecha de que la jefa de hogar sería igual de tímida que las del paraje “quemado chico”, pero para mi sorpresa fue todo lo contrario. Gente simpática, con muchas ganas de hablar, totalmente agradecidos por el acceso al agua, siempre cuidando la cisterna como si fuese un hijo más. Nos contaban cómo cuidaban el agua, para que la usaban, cuando llovía más, y todos los métodos que utilizaban anteriormente para tener solo un poco de esta. Realmente me sorprendió que un derecho y necesidad tan básica esté totalmente vulnerado para muchísimas personas de nuestro país (17% de la población argentina). Y así fue como conocí a las familias de Reina, Santos, Lolo, Cinthia y Javito. De quien me llevo cada momento compartido, cada mate, cada historia, y que ojalá nuestras vidas se vuelvan a cruzar. 

Regresamos a la oficina con un atardecer alucinante donde el cielo se puso naranja y las siluetas de las palmeras hacían parecer un cuadro de un museo. 

Esa noche cenamos junto a la gente de Monte Adentro en una pizzería donde compartimos una noche muy linda y divertida, distendiendo del trabajo y profundizando más en la vida de cada uno. Un gran porcentaje eran de Gran Buenos Aires y habían tomado la decisión de ir a vivir a Chaco para trabajar con la organización y las familias de la localidad. Se notó cómo se sostienen entre ellos con confianza y amor, formando una gran familia.

Llegó el último día. Al medio día tendríamos que emprender el viaje hacía el aeropuerto así que, para aprovecharlo, fuimos temprano a la casa de María. Allí se encontraba la familia completa y la hermana de María con su familia, además de los profesionales de la obra y cuatro miembros de Monte Adentro. Ese día, tal como fue planeado, se terminaría la cisterna. Para nuestra sorpresa, la familia había organizado un almuerzo para todos de locro y empanadas. Y así fue como transcurrió el último día. Compartiendo el día y almuerzo con gente feliz y agradecida por tener agua segura a pocos pasos de su casa. Lo pienso y sigo sin poder creerlo, pero es así. 

Con la cisterna casi terminada y la foto grupal tomada, nos despedimos del grupo y emprendimos la vuelta a casa de un viaje emotivo donde me llevo momentos y mucha gente que voy a recordar durante toda mi vida. 

 

Catalina del Pino

Fundación Gracias

Buenos Aires, Junio 2022